One of Garland’s Zapotec community reflects on the linguistic diversity of Oaxaca, and how the language of the Ikoots is reflected in the textiles they wear. (See English translation below)
El Istmo de Tehuantepec comparte a lo largo y ancho de su territorio bastantes similitudes. Cada vez que llego lo primero que me avisa es la fauna, esos matorrales a la orilla de la carretera que crecen con el control que la ventolera y el sol dictan o esos inmensos árboles quizá centenarios que se alzan escandalosamente hacia el cielo pero también hacia los lados, cubren a veces lo ancho de la carretera y asemejan las venas de una placenta…con toda razón es placentero estar bajo ellos. También las palmeras que cada vez que vengo parecen estar despidiéndose del suelo, listas para la fiesta nos dicen adiós al mismo tiempo que delimitan terrenos. Luego, al abrirse la cápsula que me transporta ese golpe de aire húmedo y salado. Dependiendo de la época más frío o más caliente. Camino por la calle, no hay duda de estar aquí al ver a las mujeres moviéndose por doquier enfundadas en sus enagua y sus huipiles. Y como señal máxima y arrulladora oír el didxazaa (zapoteco o lengua de las nubes) ofertando y aclarando cuanta cosa se deba, esto para mí es el sello de haber llegado a casa. Esas vocales que suben, bajan, se regresan o se cortan y se ayudan de consonantes a manera de signos de puntuación dentro de cada palabra.
Esta mañana llegué muy temprano a San Mateo Del Mar. El camino ya me advertía un cambio pues al acercarnos aquellos matorrales iban acompañados por claros de arena….arena Del Mar. Qué maravilla! En el camino un código de vestimenta altamente reconocido: enagua y huipil corto. Las mujeres Ikoots caminan por San Mateo engalanadas con lo mismo pero diferente. La estructura de su enagua difiere mucho a la de Juchitán, Tehuantepec e Ixtepec. Y se asemeja más al de Santa Rosa de Lima y al estilo juchiteco de hace 40 años. Le llaman ‘enagua de cuchillas’ y es una falda circular compuesta de varios trapecios que van de la cintura al tobillo, puede ser de color liso o con tela moteada. La tela de sus huipiles es del mismo color que las enagua, o el tono más parecido y luego…la maravilla: la cadenilla. Irreverencia total en las combinaciones, el caos que toma sentido al posarse en los colores base, el orden y la coherencia que llega del arrojó de la experimentación. Tremendamente elegantes. No puedo comprender cómo se ha dado este estilo.
Hoy martes es día de plaza, de mercado, de tianguis y mi reflejo es entrar, para mi es lo obvio y me dirijo con toda seguridad, yo también voy vestida de huipil y enagua, vengo de entre la misma especie de matorrales y respiro ese aire húmedo y salado allá en Juchitán. Ese sol incandescente que se alivia sólo con las ráfagas de aire pesado también es el lugar que habito. Sin embargo, al caminar por los puestos percibo que he entrado de raja tabla al laberinto de la otredad. Qué es eso que escucho? Miro bien y me identifico al vernos vestidas, espero también ese tono de zapoteco cuando se convierte en español.. no llega. Camino con los ojos vendados… A diferencia de mi mercado, el que estuvo siempre a unas cuadras de mi casa en la 4ta Sección donde a pesar de no hablar zapoteco siempre entendí lo que se platicaba y lo que se pretendía, aquí estoy en una especie de vacío. Mis ojos como platos y en la punta de mis dedos la sorpresa implantada. Ombeayajts es la lengua de Ikoots y tonalmente no tiene absolutamente nada que ver con zapoteco, tampoco estructuralmente. Nada de nada. El Ombeayajts es una lengua aislada, no tiene relación con ni una otra en el país. El sonido de sus vocales es como un eco contenido dentro de un diminuto tambor y reciben a las consonantes cariñosamente, las hospedan entre ellas como si fueran un refugio y se valen de ellas para columpiar aquellas “es” o “íes”. Ikoots es una población mucho más solemne que Juchitán (donde cualquier ademán es realizado como si fuera a ser documentado en alguna revista de moda) y aún así al hablar da la sensación de que lo hicieran sonriendo.
En medio de todo aquello no puedo dejar de notar la vestimenta de las mujeres. Las mujeres Ikoots adoptaron la indumentaria Binisaa (zapoteca) y delegaron el uso de su enredo y huipil tejido en telar de cintura. Lo cambiaron por la enagua de cuchillas y el huipil de Cadenilla para el diario. Sin embargo no solo lo adoptaron, también lo adaptaron. No tengo duda, podría afirmar que vaciaron ahí la esencia de su lengua. Esa manera de dialogar con el color, esa forma de maniobrar la geometría de sus patrones, esa maestría para emanar luminosidad de entre los hilos. Todos esos elementos estéticos tienen el alma en el fondo de la lengua.
Y entonces me cimbra percibir que las lenguas son dimensiones inmensas y es desde estas dimensiones desde donde nos arrojamos a la vida.
También me da terror saber todo lo que se desgarra cuando eres apartado de la lengua que te construye, se viaja errante en este mundo, inseguro y voluble, pues es desde estas lenguas desde donde existimos.
Enfrentar la otredad sin tener clara nuestra propiedad es caminar sin ver ni oír, es ofrendarnos al vacío.
La virtud del ser reside en nuestro idioma y se proyecta en la indumentaria.
Como es tu enagua y tú huipil?
How is your petticoat and your huipil?
The Isthmus of Tehuantepec shares many similarities across the length and breadth of its territory. Every time I arrive the first thing that warns me is the fauna, those bushes on the edge of the road that grow with the control that the wind and the sun dictate or those immense trees that are perhaps centenarians that rise scandalously towards the sky but also towards the sides, sometimes cover the width of the road and resemble the veins of a placenta … rightfully it is pleasant to be under them.
Also, the palms that every time I come seem to be saying goodbye to the ground, ready for the party they say goodbye to us at the same time that they delimit lands. Then, when opening the capsule that transports me that blow of moist and salty air.
Depending on the coldest or hottest time. I walk down the street, there is no doubt of being here when I see the women moving around in their petticoats and their huipiles. And as a maximum and lulling signal to hear the didxazaa (Zapotec or language of the clouds) bidding and clarifying everything that is due, this for me is the hallmark of having arrived home. Those vowels that go up, down, come back or cut off and help each other with consonants as punctuation marks within each word.
This morning I arrived very early in San Mateo Del Mar. The road already warned me of a change because when we approached those bushes they were accompanied by sand clearings … Del Mar sand. What a marvel! Along the way a very familiar dress code: petticoat and short huipil. The Ikoots women walk through San Mateo decked out with the same, but different. The structure of their petticoat differs a lot from that of Juchitán, Tehuantepec and Ixtepec. And it resembles that of Santa Rosa de Lima and the juchiteco style of 40 years ago. They call it “petticoat of blades” and it is a circular skirt composed of several trapezoids that go from the waist to the ankle. It can be with a plain or mottled fabric. The fabric of their huipiles is the same colour as the petticoat, or the most similar tone and then … the wonder: the chain. Total irreverence in the combinations, the chaos that takes meaning when settling on the base colours, the order and the coherence that comes from the throwing of the experimentation. Tremendously elegant. I can not understand how this style has been given.
Today, Tuesday, is the day of market, market, and my reflection is to enter, for me it is obvious and I direct myself with complete certainty, I also go dressed in a huipil and petticoat, I come from the same species of bushes and I breathe that humid and salty air there in Juchitán. That incandescent sun that is relieved only by gusts of heavy air is also the place I live. However, as I walk through the posts, I perceive that I have entered the labyrinth of otherness from a slick table. What is that I hear? I look good and I identify myself when we are dressed, I also expect that Zapotec tone when it becomes Spanish .. it does not arrive. I walk blindfolded … Unlike my market, which was always a few blocks from my house in the 4th Section where despite not talking Zapotec always understood what was talked about and what was intended, here I am in a kind of emptiness.
My eyes like plates and at the tip of my fingers the implanted surprise. Ombeayajts is the language of Ikoots and tonally has absolutely nothing to do with Zapotec, neither structurally. Nothing at all. The Ombeayajts is an isolated language, it has no relationship with any other in the country. The sound of their vowels is like an echo contained within a tiny drum and they receive the consonants affectionately, they lodge them between them as if they were a refuge and they use them to swing those “is” or “Ies”. Ikoots is a much more solemn population than Juchitán (where any gesture is made as if it were to be documented in a fashion magazine) and even so, when speaking, it seems that they did it smiling.
In the midst of all that I can not help but notice the clothes of women. The Ikoots women adopted the Binisaa (Zapotec) clothing and delegated the use of their tangle and woven huipil in waist loom. They exchanged it for the knife petticoat and the Cadenilla huipil for the diary. However, not only did they adopt it, but they also adapted it. I have no doubt, I could say that they expressed the essence of their language there. That way of dialoguing with colour, that way of maneuvering the geometry of its patterns, that mastery to emanate luminosity from between the threads. All these aesthetic elements have the soul at the bottom of the tongue.
And then I think that languages are immense dimensions and it is from these dimensions where we throw ourselves into life.
I am also terrified to know everything that is torn when you are separated from the language that builds you, you travel wandering in this world, insecure and fickle, it is from these languages where we exist.
To confront the otherness without having clear our property is to walk without seeing or hearing, it is to offer ourselves to the void.
The virtue of being resides in our language and is projected onto clothing.
How are your petticoat and your huipil?
Author
My name is Manuela López-Mateos, born in Juchitán, Oaxaca on October 1985. I´m a former ballet dancer from the National Ballet of Cuba, and also an Art Historian from Universidad Iberoamericana in México City. Six years ago, I started doing textile research. For a year and a half, I spend every day at de IAGO (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca) reading everything they have about textiles, so that is another school for me without a doubt 🙂 By now I made independent research focused on “Cadenilla” a technique mostly used on Tehuantepec Isthmus since XIX century and quickly extended on this region. I also own a brand and bridge that connects cadenilla embroidery artists and consumers outside the Isthmus, is called Cadena Cadenilla. This project is focused on the geometrical and mathematical notions captured in the Tehuantepec Isthmus textiles.